jueves, 24 de noviembre de 2016

Viaje a Lisboa

¡Hola! En la entrada de hoy os voy a explicar como se desarrolló mi viaje a Lisboa de hace un mes.
En principio, Lisboa no iba a ser nuestro destino pero mi compañero y amigo de viaje me enseñó una oferta y casi sin dudar nos aferramos a ella.
La verdad que fue una decisión totalmente acertada; nunca había estado en Portugal y me encantó.

VIERNES


Tras pasar toda la noche en un autobús, a las 6;45 de la mañana del viernes llegamos a Lisboa, a la estación de Sete Ríos.
Nos instalamos en el hostel rápidamente y acudimos al free tour programado para esa mañana, donde nos explicaron la historia de la ciudad y disfrutamos de hermosos paseos por las calles de Barrio Alto, Chiado y la Baixa.
Esa mañana tuvimos la oportunidad de ver el famoso Elevador de Santa Justa, la Plaça do Comercio o la zona de Rossio entre otras muchas cosas, sin olvidarnos de probar el famoso bacalhau lisboeta en la tan transitada Rua Augusta.



Una vez llegada la tarde, tocaba visitar el barrio más cultural y tradicional de la ciudad: Alfama.
Presidido por el Castillo de San Jorge, perderse por sus callejuelas llenas de arte urbano, tiendas de lo más curioso y cuestas por doquier era la mejor opción para conocer el barrio en el que pasó sus últimos días Saramago.
Terminamos el recorrido por Alfama tomando una SuperBock (cerveza típica portuguesa) en uno de los miradores más bonitos, el Mirador de Graça.
Antes de ir a cenar y acostarnos dimos un paseo por la Avenida de La Libertade (podríamos compararla con el Paseo de la Castellana madrileño) , que une la plaza de Restauradores con la del Marques de Pombal. Ahí fue donde probamos el famoso licor de guindas portugués, la Ginjinha.


SÁBADO


Sábado, tocaba hacer la primera ''excursión'' fuera de la ciudad de Lisboa.
Nos levantamos temprano y desde la estación de Cais de Sodre cogimos un ferry que nos cruzara el río tajo y nos llevara al otro lado del puente 25 de abril. Ahí se encuentra la ciudad de Almada, una pequeña ciudad de trabajadores, la cual tiene un paseo por la ribera del Tajo muy bonito con vistas del puente y la ciudad de Lisboa al fondo.
Su monumento más característico es el Cristo Rey situado al final del famoso puente, lo que hace una panorámica de un paisaje excepcional.
Terminamos la mañana en el distrito pesquero de Trafaria, un lugar 100% auténtico y nada turisitico donde comimos muy barato y cogimos el ferry de vuelta a Lisboa.
La siguiente parada fue el barrio de Belem, visita obligada en la ciudad.
Ahí visitamos el gran Monasterio de los Jerónimos y el Museo de los Descubridores con su azotea con buenas vistas de la ciudad.
A continuación llegamos a la Torre de Belem, sitio fetiche de Lisboa situado en la desembocadura del río Tajo y con muchísima afluencia de turistas.
Acompañamos la visita con la degustación de los famosos Pastéis de Belem y acabamos el día tomando unas Sagres (otra de las cervezas típicas portuguesas) en el centro.



DOMINGO


No eran ni las 6:45 de la mañana que ya estábamos despiertos y rumbo a la estación de Rossio para coger un tren dirección Sintra. Ahí comenzó, el que para mi fue el mejor día del viaje.
Sintra es una ciudad con palacios de cuento, hermosos jardines y antiguas leyendas, que fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1995.
La ciudad en sí se visita rápido. Probar sus famosas Queijadas, el Palacio Nacional y pasear por sus calles fue lo más destacable que realizamos antes de partir a sus grandes obras de arte arquitectónico.
La primera parada fue la Quinta da Regaleira, es una enorme finca que cuenta con una mansión y jardines atravesados por grutas, pozos y estanques; simplemente espectacular.


La segunda parada fue el Castelo Do Mouros, aislado en una de las cumbres de la Sierra de Sintra, desde sus murallas se disfruta de una de las mejores vistas de la zona hasta el Océano Atlántico.
El Palacio da Pena fue la última parada antes de abandonar Sintra; se trata del edificio más famoso de Sintra. Representa el máximo exponente del Romanticismo decimonónico en Portugal. El Palacio fue concebido de manera que pudiera ser divisado desde cualquier punto del Parque, cuyos arboretos y jardines exuberantes albergan más de quinientas especies arbóreas oriundas de todo el mundo.
En la siguiente foto podemos ver el Palacio da Pena desde el Castelo Do Mouros.

Una vez finalizamos el recorrido por Sintra y comimos un menú del día en una bareto del centro nos dirigimos a mi lugar favorito del viaje: El Cabo da Roca, se trata de unos bellísimos acantilados y del punto más occidental de Europa donde disfrutamos de uno de los mejores atardeceres que he podido ver.


Desde el Cabo cogimos un autobús que nos llevaba a la ciudad de Cascais.
Ya casi de noches vimos un poco lo más destacable de la ciudad como la Boca do Inferno o el centro muy comercializado. Y después paseamos por la orilla de la playa y el paseo marítimo disfrutando de unas vistas increíbles dirección Estoril; las dos ciudades son muy pequeñas, donde se realiza mucho turismo de playa y están pegadas la una a la otra.
Nuestra presencia en Estoril fue casi testimonial. Nos acercamos al famoso Casino de Estoril y dimos un breve paseo por el centro de la ciudad antes de coger el tren que nos llevaba de vuelta a Lisboa.
Una vez en el hostel caímos redondos... ¡Menudo día!


LUNES


Ya había llegado nuestro último día en Portugal, así que decidimos acabar de visitar los lugares que teníamos apuntados de Lisboa.
Por la mañana fuimos a la busca de más miradores y disfrutamos de las vistas del Miradouro de Santa Catalina y el de San Pedro de Alcántara.
Nuestra siguiente parada fueron los dos estadio más famosos de la ciudad: El Estadio José Alvalade donde juega el Sporting de Lisboa y El Estadio Da Luz donde juega el S.L.Benfica.
Más tarde fuimos a la zona de Parque de las Naciones, una de las zonas más nuevas y modernas de la ciudad, donde vimos la Estacion de Oriente, el Oceanario, toda la zona de la expo de 1998 y paseamos por los alrededores del puente Vasco da Gama, el puente más largo de toda Europa.
Tras otro día de intensivo turismo llegaba la hora de volver a España.



Con mucha pena de tener que dejar atrás Portugal nos marchábamos a España, pero una gran satisfacción invadía mi cuerpo por haber descubierto una zona desconocida para mi con una cultura magnífica y siempre infravalorada por los turistas a la hora de realizar un viaje.


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